Las mascarillas de tela son uno de los modelos que más dudas y controversias genera en función de su eficacia para la prevención de enfermedades y, en los últimos tiempos para evitar el contagio del nuevo coronavirus.
Sin embargo, mas allá de que podamos identificar como mascarillas de tela aquellas que son confeccionadas en casa o aquellas que a simple vista parecen “no profesionales”, es menester analizar que un gran número de mascarillas están confeccionadas de tejido o lienzo que es precisamente lo que facilita la respiración a través de ellas.
Para comprender mejor el asunto, partamos de un elemento esencial ¿Qué son las mascarillas de tela?
Atendiendo al análisis antes realizado podemos definir como mascarillas de tela todas aquellas que están formadas por fibras de hilo que se mezclan entre sí para formar una estructura.
Algunas pueden tener apariencia de ser plásticas o con parecido al papel o el nylon, sin embargo, con una lupa es posible apreciar su verdadera composición.
Estas mascarillas cumplen con determinados criterios de calidad y eficacia, por lo que, al referirnos a las mascarillas de tela en este artículo, no hemos incluido las mascarillas caseras que poseen características y exigencias muy singulares.
Las mascarillas de tela pueden tener diferentes clasificaciones en función del fin para el cual están diseñadas, o del número de veces que pueden ser empleadas.
En este sentido se pueden mencionar las siguientes:
Mascarillas quirúrgicas: Son desechables y se emplean fundamentalmente para personal médico.
Mascarillas higiénicas: Son reutilizables y se distingue fácilmente la tela con la cual se confeccionan. Se diferencian de las mascarillas caseras porque cumplen con los requisitos establecidos de eficacia en cuanto a la respiración y la filtración.
Mascarillas EPI: Se clasifican en tres tipos según su capacidad de filtración de partículas: FFP1, FFP2 y FFP3.
Las ventajas que se establecen para las mascarillas de tela están determinadas en función del tipo de mascarilla que se menciona.
Por ejemplo, las mascarillas quirúrgicas se consideran muy ventajosas para los espacios abiertos donde no existen grandes probabilidades de que exista una concentración de partículas del virus.
Las que no han tenido contacto con algún caso confirmado y que no presentan síntomas de la enfermedad, se recomienda el empleo de mascarillas higiénicas, que incluso tienen como una ventaja la posibilidad de ser reutilizadas una cantidad limitada de veces.
Sin embargo, aquellos que se exponen continuamente a personas infectadas con el virus, se recomienda el uso de las mascarillas EPI por ser las más ventajosas en cuanto niveles de filtración de partículas.
Hablar de las desventajas de las mascarillas de tela implica necesariamente hacer distinción entre los diferentes tipos de mascarillas.
Es así, por ejemplo, que las mascarillas quirúrgicas no se consideran efectivas a emplear en lugares cerrados o por el personal médico que se expone a pacientes contagiados.
De igual modo se plantea que estas mascarillas evitan que una persona contagiada propague el virus a través de gotas respiratorias, pero no ofrecen a personas sanas una barrera protectora de los aerosoles más pequeños que se encuentran esparcidos en el ambiente.
En otro sentido se habla de algunas desventajas en cuanto en nivel de reutilización, ya que las mascarillas quirúrgicas deben ser desechadas en cuanto se ensucian o pasadas 4 horas de su uso.
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